Latinoamérica contemporaneidad en sí del amor, expansión de la conciencia para la voluntad-de-vivir.
"Amar no es más que el modo de crecer"./
"La única ley de la autoridad es el amor."
José Martí
"Amar hoy, al parecer es , en parte, dar y recibir la memoria olvidada."
Gerardo de la Fuente Lora
El relato de vivir la contemporaneidad social mantiene una estrecha vinculación con el espacio y la importancia que el amor tiene en la cosmovisión de cada individuo. El panorama latinoamericano a principios del siglo XXI es aún adverso para emancipar el amor aunque con el amor continuamos resistiendo los embates imperiales, enfrentando las injustas e irracionales medidas de las sociedades capitalistas que dificultan el reto de vivir para muchas personas que no entramos en la elite de de la clase política y empresarial, su ilógica del dinero desconoce la materia del amor como una supraconciencia de la que se desprende la solidaridad humana, única solución para evitar el suicidio como especie humana a la que nos dirigimos, pues ante los problemas ecológicos y de pobreza cada vez más generalizada la política alternativa a seguir es la de revindicar la vida.
Encontramos en la voluntad de vivir la expresión política lógica de los individuos que los identifica sus raíces, costumbres, usos y sus desiciones para adaptarse a otros sincretismos históricos, los de abajo, los alter-mundistas que salen a manifestarse contra la explotación y el poder del capital global, los pueblos y sus movimientos sociales, como encontramos en la reciente experiencia latinoamericana de una cierta “primavera política” principalmente en los países donde gobiernan izquierdas.
La conciencia se encuentra, se oye en la resistencia de las voces. Si diariamente aprendemos una palabra de una lengua ajena, si cada vez insistimos y hacemos mayor intento de hablar con el oído mas que por la boca que nos deja sordos, si adecuamos el aparato auditivo para ser nobles críticos del sonido y sus significaciones, tendremos mayor conciencia para proteger nuestra voluntad de vivir. El sincretismo lingüístico nos hace multilingües a todos los que vivimos en comunidades donde la diversidad cultural se reproduce, como son las zonas urbanas donde se concentra la mayor cantidad de la población humana. Fueron las ciudades un objeto de estudio historiográfico para José Luís Romero, donde la diferencia consiste en el registro trascendental del tiempo, la distancia del pasado es la que tiende la imparcialidad supuesta en su epistemología empirista, es esa diferencia en la ensayística de Romero subvertida por la pretensión de establecer un vínculo con el provenir. Cabe mencionar que la construcción del conocimiento latinoamericano propio, está en medida de la resistencia ante la importación e imposición de los modelos imperialistas; que la trascendencia de los sometidos que son los pueblos originarios y excluidos, es y será de donde nuestros pensadores una y otra vez encuentren las voces profundas, viejos códigos que parecen ser olvidados y que ahora son nuevas soluciones para nuestros problemas actuales: “En la disputa por Babel, los resistentes contemporáneos, los arrojados con más plenitud a la vorágine global, los que viven la experiencia cotidiana de traspasar fronteras, no oponen una dominación a otra ni afirman la autenticidad o los derechos exclusivos de su lengua” . La capacidad de adaptación sin perder nuestra cultura, sino que todavía, nuestra adaptación a la vida global sea en medida de la colaboración, de medida en que compartamos con el mundo y el mundo nos comparta, sin condicionar la dignidad de las personas.
Actualmente los estudiosos de Latinoamérica, hablamos de movimientos, de emigraciones, fronteras, integraciones, expresiones culturales, etc. Nos interesa el posicionamiento de nuestra América en la discusión política global. Boaventura de Souza Santos, no cree en ninguna teoría general única y definitiva para enfrentar la realidad, piensa al igual que muchos de sus contemporáneos en una nueva civilización transmoderna, más allá del liberalismo y del socialismo real, en la creación y en la traducción y asimilación de la diversidad cultural para solucionar los dilemas de nuestra diversidad, que no hay movimientos privilegiados porque no hay sujetos históricos, “porque son sujetos todos los que se rehúsan a ser objetos”, como tampoco puede ser una única lengua la que nos haga comunicar, lo que propone es crear inteligibilidad entre los movimientos y asociaciones de abajo para profundizar lo que tenemos en común, entre el movimiento feminista y el ecológico, entre el indígena y los foros civiles de derechos humanos, entre los que luchan por la paz y las luchas de los homosexuales y las lesbianas. Para saber qué tienen en común hay que crear inteligibilidad, hay que traducir diferencias que no son negociables y otras diferencias que son resultado de culturas distintas que se pueden aproximar” . Respondiendo a Marcel Proust sobre el tiempo perdido y su búsqueda, un Guillermo Bonfil nos dice que no hay necesidad de recordar el tiempo perdido, pues el pasado profundo y sus mezclas es el sincretismo del presente, lo real maravilloso del barroco americano que tradujo el escritor cubano Alejo Carpentier hijo de padres francés y rusa, al crecer en su infancia convivió con niños negros nacidos en esta tierra americana cuyos padres y antepasados habían nacido en África, estamos viviendo el “amor bilingüe”, como De la fuente Lora expone: “Amar hoy, al parecer es, en parte, dar y recibir la memoria olvidada.” . Es la inteligibilidad que hay en el tiempo para los que resisten y buscan la verdad a través de los significados que tienen esencia, que tienen la vitalidad del corazón: la del amor.
En Latinoamérica, el relato del pasado se dirige claramente a alertar sobre el contexto presente que enfrentan las élites del nuevo mundo. Recorre la conformación de la disidencia de la sociedad que determina el modo en que se presentó la diferencia entre campo y urbes, para esbozar a través de qué procesos es posible superar no autoritariamente la incomprensión y enfrentamiento de dos culturas coexistentes en las ciudades, tal como José Luís Romero logra en su texto Latinoamérica: la ciudad y las ideas. Y es en las ciudades donde convive la diversidad comunitaria, colonias, organizaciones civiles, grupos religiosos, deportivos y artísticos, familias, etc comunidades amenazadas por la pobreza, la falta de educación y salud, las periferias, las favelas, etc. es por eso que las comunidades de abajo tienen una ancestral tendencia, instinto por querer permanecer en la vida, a esto agrega el filósofo Enrique Dussel que el “querer vivir de los seres humanos en comunidad se denomina voluntad. La voluntad-de-vida es la tendencia originaria de los seres humanos –corrigiendo la expresión trágica de A. Schopenhauer, la dominadora tendencia de la “voluntad-de-poder” de Nietzsche o de M. Heidegger.” Dussel da otra lectura al concepto de voluntad, el del instinto por vivir más allá de cualquier autoritarismo venido de una “teoría general única” como históricamente y derrotadamente han intentado los imperios, es el tiempo quien ajusticia a los humanos que explotan a los humanos, y es el tiempo quien revindica las voces de resistencia, es el tiempo que trasciende las verdades que la cobardía de los temerosos poderosos buscan callar.
La contemporaneidad latinoamericana es para su filosofar, el momento más importante de su comprensión; partir en el doble contexto de lo actual y lo propio es lo que nos da el sentido de religarnos con nuestras identificaciones, con nuestras cosmovisiones y mitos antiguos. Es la contemporaneidad el clímax de la comprensión, pues por medio de ella la persona realiza una actualización del pasado como un mundo lleno de sentido, esto nuevamente me religa al mundo donde conviven otros mundos, donde cabemos todos y la diversidad es convivencia y no conflicto.
La contemporaneidad para la persona implica una situación interrogativa y por lo tanto hermenéutica del pasado, donde el sentido se trasmite a través de las voces de resistencia. La lógica que se antepone a la ilógica del capitalismo genocida, es la comprensión racional de las posibilidades de la existencia y los medios de entablar conexiones, inteligibilidad entre los diversos movimientos sociales que luchan por vivir con sentido que es la dignidad de convivencia entre los pueblos. La contemporaneidad para Hans-Georg Gadamer es: “que algo único que se nos representa por lejano que sea su origen, gana en su representación una plena presencia. La contemporaneidad no es, pues, el modo como algo está dado a la conciencia, sino que es una tarea para ésta y un rendimiento que se le exige. Consiste en atenerse a la cosa de manera que ésta se haga contemporánea, lo que significa que toda mediación quede cancelada en una actualidad total.” La contemporaneidad como tarea para la conciencia es ahí donde encuentro este gran esfuerzo latinoamericano de revindicar la siembra de ideas que hicieron sus hombres en el siglo XX, el siglo XXI exige gran creatividad, necesitamos del ejercicio cotidiano del “oído discípulo” de escucharnos unos a los otros y no sentirnos solos, que somos la masa a la que Silvio Rodríguez y otros trovadores le han cantado, es el arte cumpliendo varias funciones, es la película argentina Moebius donde los personajes al final develan como esa clase política que quieren mandar sin obedecer no escuchan y son victimas de su soberbia y ambición. Es posible que la clave que nos haga caminar resida en la colaboración, en el manejo de conceptos, métodos y fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria como lo plantea el investigador Rolando García en su propuesta sobre sistemas complejos , solo con la colaboración de los que se escuchan, aprenden y entienden a entablar conexiones que nacen de la voluntad de vivir.
En el plano personal la experiencia de vivir un amor solidario y libre se ve alejado por el mercantilismo social, sin embargo, la esperanza que muere a lo ultimo nos hace resistir poniendo la fe para que el milagro se cumpla, el milagro del amor como la política justa que revindica la libertad y la solidaridad entre los miembros de una comunidad. La persona debe educarse como un artista de su destino, la relación que hay entre autor y obra debe ser pigmalionesca, así Latinoamérica debe encontrar en nuestro amor de habitantes el enamoramiento de sí misma, tomar la conciencia de la importancia de lo que hacemos, de lo que somos capaces de crear, de las creaciones que hemos heredado y orientar hacia ello el deseo amoroso en expansión. Tenerle cariño al producto del trabajo que nos dignifica y nos hace propios: Nuestra América, nuestra Galatea.
Cuando observamos nuestras vivencias actuales es notoria nuestra dificultad física, mental y psíquicas en asumir con autenticidad nuestras pulsiones biológicas y las relaciones amorosas con los otros de forma libre y soberana El Estado autoritario, el Capital, el trabajo asalariado, el egoísmo, el poder, la religión y la moral están dentro de nosotros y cercenan, muchas veces, las hipótesis de vivir el amor libre. Por eso nos queda mucho camino que avanzar, el trabajo es continuar con la lucha de las victimas, la deuda que se tiene con esta tierra es muy grande, solidarizarnos con los excluidos es entablar un amor con las voces que han resistido como un corazón no para de latir mientras vive, así con ese corazón debemos escucharnos y aprender hablar varias lenguas las más posibles, en medida que nuestra voluntad de vivir sea el principio que norme el consenso racional de nuestra sociedad, tendremos en potencia el movimiento nuestro de libertad y le habremos dicho adiós para siempre a la imposición
Encontramos en la voluntad de vivir la expresión política lógica de los individuos que los identifica sus raíces, costumbres, usos y sus desiciones para adaptarse a otros sincretismos históricos, los de abajo, los alter-mundistas que salen a manifestarse contra la explotación y el poder del capital global, los pueblos y sus movimientos sociales, como encontramos en la reciente experiencia latinoamericana de una cierta “primavera política” principalmente en los países donde gobiernan izquierdas.
La conciencia se encuentra, se oye en la resistencia de las voces. Si diariamente aprendemos una palabra de una lengua ajena, si cada vez insistimos y hacemos mayor intento de hablar con el oído mas que por la boca que nos deja sordos, si adecuamos el aparato auditivo para ser nobles críticos del sonido y sus significaciones, tendremos mayor conciencia para proteger nuestra voluntad de vivir. El sincretismo lingüístico nos hace multilingües a todos los que vivimos en comunidades donde la diversidad cultural se reproduce, como son las zonas urbanas donde se concentra la mayor cantidad de la población humana. Fueron las ciudades un objeto de estudio historiográfico para José Luís Romero, donde la diferencia consiste en el registro trascendental del tiempo, la distancia del pasado es la que tiende la imparcialidad supuesta en su epistemología empirista, es esa diferencia en la ensayística de Romero subvertida por la pretensión de establecer un vínculo con el provenir. Cabe mencionar que la construcción del conocimiento latinoamericano propio, está en medida de la resistencia ante la importación e imposición de los modelos imperialistas; que la trascendencia de los sometidos que son los pueblos originarios y excluidos, es y será de donde nuestros pensadores una y otra vez encuentren las voces profundas, viejos códigos que parecen ser olvidados y que ahora son nuevas soluciones para nuestros problemas actuales: “En la disputa por Babel, los resistentes contemporáneos, los arrojados con más plenitud a la vorágine global, los que viven la experiencia cotidiana de traspasar fronteras, no oponen una dominación a otra ni afirman la autenticidad o los derechos exclusivos de su lengua” . La capacidad de adaptación sin perder nuestra cultura, sino que todavía, nuestra adaptación a la vida global sea en medida de la colaboración, de medida en que compartamos con el mundo y el mundo nos comparta, sin condicionar la dignidad de las personas.
Actualmente los estudiosos de Latinoamérica, hablamos de movimientos, de emigraciones, fronteras, integraciones, expresiones culturales, etc. Nos interesa el posicionamiento de nuestra América en la discusión política global. Boaventura de Souza Santos, no cree en ninguna teoría general única y definitiva para enfrentar la realidad, piensa al igual que muchos de sus contemporáneos en una nueva civilización transmoderna, más allá del liberalismo y del socialismo real, en la creación y en la traducción y asimilación de la diversidad cultural para solucionar los dilemas de nuestra diversidad, que no hay movimientos privilegiados porque no hay sujetos históricos, “porque son sujetos todos los que se rehúsan a ser objetos”, como tampoco puede ser una única lengua la que nos haga comunicar, lo que propone es crear inteligibilidad entre los movimientos y asociaciones de abajo para profundizar lo que tenemos en común, entre el movimiento feminista y el ecológico, entre el indígena y los foros civiles de derechos humanos, entre los que luchan por la paz y las luchas de los homosexuales y las lesbianas. Para saber qué tienen en común hay que crear inteligibilidad, hay que traducir diferencias que no son negociables y otras diferencias que son resultado de culturas distintas que se pueden aproximar” . Respondiendo a Marcel Proust sobre el tiempo perdido y su búsqueda, un Guillermo Bonfil nos dice que no hay necesidad de recordar el tiempo perdido, pues el pasado profundo y sus mezclas es el sincretismo del presente, lo real maravilloso del barroco americano que tradujo el escritor cubano Alejo Carpentier hijo de padres francés y rusa, al crecer en su infancia convivió con niños negros nacidos en esta tierra americana cuyos padres y antepasados habían nacido en África, estamos viviendo el “amor bilingüe”, como De la fuente Lora expone: “Amar hoy, al parecer es, en parte, dar y recibir la memoria olvidada.” . Es la inteligibilidad que hay en el tiempo para los que resisten y buscan la verdad a través de los significados que tienen esencia, que tienen la vitalidad del corazón: la del amor.
En Latinoamérica, el relato del pasado se dirige claramente a alertar sobre el contexto presente que enfrentan las élites del nuevo mundo. Recorre la conformación de la disidencia de la sociedad que determina el modo en que se presentó la diferencia entre campo y urbes, para esbozar a través de qué procesos es posible superar no autoritariamente la incomprensión y enfrentamiento de dos culturas coexistentes en las ciudades, tal como José Luís Romero logra en su texto Latinoamérica: la ciudad y las ideas. Y es en las ciudades donde convive la diversidad comunitaria, colonias, organizaciones civiles, grupos religiosos, deportivos y artísticos, familias, etc comunidades amenazadas por la pobreza, la falta de educación y salud, las periferias, las favelas, etc. es por eso que las comunidades de abajo tienen una ancestral tendencia, instinto por querer permanecer en la vida, a esto agrega el filósofo Enrique Dussel que el “querer vivir de los seres humanos en comunidad se denomina voluntad. La voluntad-de-vida es la tendencia originaria de los seres humanos –corrigiendo la expresión trágica de A. Schopenhauer, la dominadora tendencia de la “voluntad-de-poder” de Nietzsche o de M. Heidegger.” Dussel da otra lectura al concepto de voluntad, el del instinto por vivir más allá de cualquier autoritarismo venido de una “teoría general única” como históricamente y derrotadamente han intentado los imperios, es el tiempo quien ajusticia a los humanos que explotan a los humanos, y es el tiempo quien revindica las voces de resistencia, es el tiempo que trasciende las verdades que la cobardía de los temerosos poderosos buscan callar.
La contemporaneidad latinoamericana es para su filosofar, el momento más importante de su comprensión; partir en el doble contexto de lo actual y lo propio es lo que nos da el sentido de religarnos con nuestras identificaciones, con nuestras cosmovisiones y mitos antiguos. Es la contemporaneidad el clímax de la comprensión, pues por medio de ella la persona realiza una actualización del pasado como un mundo lleno de sentido, esto nuevamente me religa al mundo donde conviven otros mundos, donde cabemos todos y la diversidad es convivencia y no conflicto.
La contemporaneidad para la persona implica una situación interrogativa y por lo tanto hermenéutica del pasado, donde el sentido se trasmite a través de las voces de resistencia. La lógica que se antepone a la ilógica del capitalismo genocida, es la comprensión racional de las posibilidades de la existencia y los medios de entablar conexiones, inteligibilidad entre los diversos movimientos sociales que luchan por vivir con sentido que es la dignidad de convivencia entre los pueblos. La contemporaneidad para Hans-Georg Gadamer es: “que algo único que se nos representa por lejano que sea su origen, gana en su representación una plena presencia. La contemporaneidad no es, pues, el modo como algo está dado a la conciencia, sino que es una tarea para ésta y un rendimiento que se le exige. Consiste en atenerse a la cosa de manera que ésta se haga contemporánea, lo que significa que toda mediación quede cancelada en una actualidad total.” La contemporaneidad como tarea para la conciencia es ahí donde encuentro este gran esfuerzo latinoamericano de revindicar la siembra de ideas que hicieron sus hombres en el siglo XX, el siglo XXI exige gran creatividad, necesitamos del ejercicio cotidiano del “oído discípulo” de escucharnos unos a los otros y no sentirnos solos, que somos la masa a la que Silvio Rodríguez y otros trovadores le han cantado, es el arte cumpliendo varias funciones, es la película argentina Moebius donde los personajes al final develan como esa clase política que quieren mandar sin obedecer no escuchan y son victimas de su soberbia y ambición. Es posible que la clave que nos haga caminar resida en la colaboración, en el manejo de conceptos, métodos y fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria como lo plantea el investigador Rolando García en su propuesta sobre sistemas complejos , solo con la colaboración de los que se escuchan, aprenden y entienden a entablar conexiones que nacen de la voluntad de vivir.
En el plano personal la experiencia de vivir un amor solidario y libre se ve alejado por el mercantilismo social, sin embargo, la esperanza que muere a lo ultimo nos hace resistir poniendo la fe para que el milagro se cumpla, el milagro del amor como la política justa que revindica la libertad y la solidaridad entre los miembros de una comunidad. La persona debe educarse como un artista de su destino, la relación que hay entre autor y obra debe ser pigmalionesca, así Latinoamérica debe encontrar en nuestro amor de habitantes el enamoramiento de sí misma, tomar la conciencia de la importancia de lo que hacemos, de lo que somos capaces de crear, de las creaciones que hemos heredado y orientar hacia ello el deseo amoroso en expansión. Tenerle cariño al producto del trabajo que nos dignifica y nos hace propios: Nuestra América, nuestra Galatea.
Cuando observamos nuestras vivencias actuales es notoria nuestra dificultad física, mental y psíquicas en asumir con autenticidad nuestras pulsiones biológicas y las relaciones amorosas con los otros de forma libre y soberana El Estado autoritario, el Capital, el trabajo asalariado, el egoísmo, el poder, la religión y la moral están dentro de nosotros y cercenan, muchas veces, las hipótesis de vivir el amor libre. Por eso nos queda mucho camino que avanzar, el trabajo es continuar con la lucha de las victimas, la deuda que se tiene con esta tierra es muy grande, solidarizarnos con los excluidos es entablar un amor con las voces que han resistido como un corazón no para de latir mientras vive, así con ese corazón debemos escucharnos y aprender hablar varias lenguas las más posibles, en medida que nuestra voluntad de vivir sea el principio que norme el consenso racional de nuestra sociedad, tendremos en potencia el movimiento nuestro de libertad y le habremos dicho adiós para siempre a la imposición
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