lunes, octubre 17, 2005

Introducción de El Libro Tibetano de los muertos

Unas palabras para presentar este volumen que recoge la creación de Timothy Leary sobre El Libro Tibetano de los Muertos, inspirado claramente en el Bardo Thodol budista. Para quien no lo sepa, el Bardo Thodol es, por así decirlo, una especie de guía que nos prepara para la muerte.
Simplemente decir que ojalá hubiera caído esta guía en mis manos cuando experimenté mi primera Muerte del Ego, pues la primera vez, si nunca has oido hablar de ello, es algo espeluznante -pero no exento de riqueza espiritual-. Creo sin lugar a dudas, que un repaso a esta lectura antes de iniciar un gran viaje resulta, cuanto menos, una fuente de inspiración que marcará muchas pautas a lo largo de él. Recuerdo que en mi primera Muerte del Ego escuché sonidos aterradores reverberantes y extrañas voces ralentizadas (lo encontrareis en este Bardo), además de sumergirme en un extraño mundo oscuro y gélido. Quizás, si hubiera leído esto antes de la experiencia otro gallo cantaría.
De todas formas quiero deciros que no tengáis miedo a un mal viaje y mucho menos a una Muerte del Ego en toda regla, ya que mi experiencia me dice que éstas son las que aportan grandeza espiritual, reintegración de nuestro Ser y si superáis la prueba entrareis en un mundo que os aportará la mayor experiencia de vuestra vida.

Raul del Pino

2 Comments:

At 4:13 p.m., Blogger David Temper said...

Un conocido tenía a su madre desahuciada, enferma de cáncer.

Hablaba con él seguido, claro que ya no le preguntaba cómo estaba su mamá. Una vez le pregunté, y me dijo que su madre había muerto hacía solo 2 semanas o_O no había notado cambio alguno en su ánimo.

Supongo que leer ese libro le ayudó sobremanera a lidiar con ello...

Ya lo leí, y resulta interesante por fin leer sobre el silencio y el vacío no como enemigos del espíritu, sino como el mero velo que las define, más allá de credos y eones.

Muere el ego y seguimos aquí, y ante la broma de la existencia (suspendidos en la nada) podemos reírnos sinceramente sabiendo que no hay manera de acallar el sonido del silencio que, afortunadamente, se ve sin ojos, se oye sin oídos y se siente en los huesos aún años después de ser cremado.

 
At 4:13 p.m., Blogger David Temper said...

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